miércoles, 14 de noviembre de 2012

La Sexta Ensaladera

Pelota ajustada de Juan Carlos Ferrero sobre la línea. Un chaval de veinte años. Enfrente, uno de diecinueve. A la postre serían dos ilustres de este deporte. Cuarta bola de partido. Lleyton Hewiit al saque. Apura y falla. Media. El público ruge impaciente. El juez pide silencio. Saque al revés de Juanki. Intenso peloteo. Gana la iniciativa el australiano con un buen golpe, pero devuelve un passing impecable el valenciano. Se derrumba el público del Palu Sant Jordi de Barcelona. Y Ferrero sobre la pista. Todo el equipo se lanza encima. Hemos ganado la primera Copa Davis de nuestra historia. Y a nacido un mito llamado Juan Carlos. El número uno del equipo, Alex Corretja, ahora capitán, lo pasea a hombros por la pista. No puede contener las lágrimas. Casi 20.000 personas corean en directo el nombre de un niño, y casi 40 millones de españoles lo hacen en sus casas. Se lo dedicó a toda España, primero el raquetazo, y luego en los micrófonos. Había ganado el punto más importante de la historia del tenis español.



Pero ya os hemos malacostumbrado. Nuestro imperio deportivo, tenístico sobre todo, es infranqueable. Reconozco que pertenezco a esta generación que no concibe perder una final. De nada.  Pero no tenemos la culpa nosotros. Fue en 2000 cuando levantamos la primera ensaladera. Y los jóvenes de este país ya hemos colocado cinco en nuestras vitrinas. Fueron Ferrero, Corretja, Costa, Balcells, Robredo, Moyá, Feliciano los que arrancaron el sueño. Nos colábamos en finales y ganábamos grandes torneos. Se asentaba una armada, poderosa. Aún era sólo muy poderosa.

En 2000 nació el mito de Ferrero. Pero en otra Davis, en la segunda que levantamos, año 2004, nació una leyenda de este deporte. Los capitanes sorprendían haciendo jugar el partido individual al dieciochoañero RAFAEL NADAL. Disculpen las mayúsculas, su nombre sólo puede escribirse así. Perdió el primer set por cierto, ante un tal Andy Roddick. Lo remontó con una casta y un orgullo insuperables. Ahora ya no nos parece tan raro. Fue Moyá quién sentenció con dos victorias aquella copa. Pero era el jóven Rafa el que nos daba hasta la actualidad tal cantidad de títulos individuales que ya no sabemos en que pedestal de la idolatría  colocarlo. Nada hay más arriba que el señor de Manacor. La tercera nos la dio Verdasco en el Mar del Plata. Cuando llegó la cuarta, con Ferrer y Rafa, nuestro nombre no era grande, era enorme. Ahora la poderosa armada resultó ser invencible. Junto a Feliciano y Verdasco levantaron también la quinta, en Sevilla. Ahora, con Nico Almagro y la pareja de MAESTROS (enhorabuena M&M´s, os lo mereceis) Marcel Granollers y Marc Lopez, han dejado la sexta en camino. Toca rematarla.




Asusta, pero es cierto. No echamos de menos a la figura deportiva más grande de la historia de este país, y por supuesto, de este deporte. La armada invencible no habla de nombres, no señala a un sólo soldado. Es un equipo de tanta calidad que se permite salir a luchar sin cualquiera de sus figuras. El siguiente tiene el mismo coraje. David Ferrer ostenta el número 1 español en Praga este fin de semana. Y lo porta merecidamente. Gladiator nunca abandona un combate. Es imposible derrotar al que jamás se rinde. Y Ferru no lo hace. Encaja cada golpe, se levanta y asesta él el definitivo. Si de algo podemos estar ogullosos es de nuestros hombres, sea cual sea el resultado. David Ferrer aparte. Nico Almagro es un ídolo, genio dentro y fuera de la pista. Carismático y sencillo. Sólo da alegrías. A Feliciano todos lo conocemos, figura incomparable. De los M&M´s mejor no digo nada. Después de la Copa de los Maestros que se traen directamente desde Londres (no han tenido tiempo de pasar por casa), creo que decir que han irrumpido con fuerza sería un insulto a su tenis. Están imparables. Perdieron en semifinales contra los mismísimos gemerlos Bryan por la lesión de Marcell. Y a punto estuvo de ganarles Marc él solo.




El marco es incomparable. La cita única y obligatoria. La ciudad Praga. El motivo, la sexta ensaladera. Y nuestro mayor deseo cumplido. Poder gritar en una final de la Copa Davis, en vez de en el sofá de casa, desde las gradas. La pelota nunca se cansa viaja mañana a primera hora a la capital checa cargada de voz, pancartas, banderas, animo, pelucas, ilusión y ganas. Ganas de ser el aliento que os sobra para alzar de nuevo el preciado título al que nos estamos volviendo asiduos.

Como equipo, son el mejor que recuerdo nunca. No son nombres, son hombres. No se cuantos españoles seremos en la República Checa, pero vamos a hacer mucho ruido. Se lo han ganado a pulso. No me intimida el O2 Arena, va a parecer que jugamos en casa. Sabemos que no va a ser fácil. La pelota, ya sabeis, que nunca se cansa. Nuestros gladiadores tampoco. Y nosotros no íbamos a ser menos.

Pasan los años, pasan los jugadores,
es por un sueño que vamos a luchar
vale la pena, la roja es lo mas grande
el publico que cante, gritando sin parar
por eso yo te quiero dar, Armada, mi corazón
yo te sigo a todas partes,
GRACIAS POR SER ESPAÑOL.  


[A la vuelta tendreis un especial de cómo hemos vivido en primera persona, esperemos, un nuevo triunfo]

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