Se acabó la liga de las estrellas, las celebraciones multitudinarias,
los records estratosféricos. Definitivamente ha sido un año para la historia futbolística
de nuestro país pero sin embargo no por ello tenemos que olvidarnos que la
temporada no acaba en Cibeles, ni en Neptuno, ni siquiera en Vila-Real. Todavía
queda mucho por decidir en categorías que solo copan las portadas de nuestra
prensa cuando hazañas históricas como las del Mirandes se llevan a cabo, pero
donde cada domingo se juega al deporte rey con la misma, incluso mas ilusión que
aquella vista en los coliseos de nuestra división de oro.
Hablamos de categorías
repletas de currantes que alternan su trabajo de mañana con su carrera de
futbolista por la tarde. Historias acentuadas por la grave crisis económica que
vivimos, donde cada partido es una final, una esperanza para llegar a fin de
mes en muchos casos. Son muchas las divisiones a las que me refiero, pero si
hay una que destaca por encima de las demás es la que define el fútbol humilde
por excelencia, la segunda Division B.
Me atrevería a decir que es sin lugar a dudas la competición
más complicada de ganar. Plagada de equipos históricos como el Alaves, Oviedo o
Cadíz entre muchos otros, y con una igualdad que se refleja en los 10 puntos que separan al decimo clasificado del
farolillo rojo en el grupo I por ejemplo.
Solo cuatro de los 80 equipos que engloban este campeonato alcanzan la
gloria del ascenso cada año, y ya terminada la fase regular, son solo 16 los
que permanecen en esta lucha. Somos muchos los que le pedimos más protagonismo
al fútbol humilde. Y por ello inauguramos hoy el primero de una serie de artículos
donde intentaremos analizar a fondo los protagonistas del desenlace de esta bellísima
categoría. A esto lo llamo fútbol, fútbol de siempre.
Borja Arjonilla
@borjaarjonilla
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