sábado, 21 de abril de 2012

Al principio fue el balón

Antes dije fútbol, cuando era cosa de hombres, y no de marcas registradas, cuando sólo estaba el césped y la pelota. Me imagino que en tal día como hoy, la gente iría a este partido cómo un romano al Coliseo, con la sedienta necesidad de espectáculo. Nadie se estaba jugando la vida, pero ésta no valía mucho más que el orgullo de vestir una camiseta. Claro que eso era antes, cuando el fútbol era del pueblo y para el pueblo. Incluso cuando compraron los colores, las gradas y pusieron precio a las ilusiones. Incluso entonces era fútbol. Al menos el dinero se movía con el corazón.

Ahora, administran el mayor entusiasmo de medio país, un puñado de empresas y de señores con maletines que sienten la mayor de las indiferencias por el balón y los estúpidos que llenamos sus bolsillos. Sólo espero que se hagan todos lo suficientemente ricos cómo para que al final, consigan cuadrar el marketing y los horarios televisivos, y nos devuelvan el fútbol tal y como siempre lo hemos querido.

Me gustaría que esta noche salieran al campo hombres, no nombres, a pelear cada pelota como si fuera la última. Señores que no se tiren al suelo por un golpe que no tumbaría a la menor de sus hijas. Caballeros que no se ahorren ninguna de las patadas al adversario, pero que jamás olviden extender la mano. Sé que esta noche no será esa noche. Y mañana hablará la prensa rosa, que ahora también llaman deportiva, de lo que dijo un entrenador que no me importa, porque no lo he visto correr, o la decisión equivocada de un árbitro, que consuela al que no sabe disfrutar de lo que debería ser un gran partido.

Por suerte, aún quedamos unos cuantos, que después del fanatismo y el escudo que no podemos arrancarnos, antes de justificar de cualquier manera un buen resultado esta noche, seguimos anteponiendo el honor y la belleza que aún le tiene que quedar a este deporte en algún lado.

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